Apareció la muerte en el primer tramo del Rally Dakar, duro circuito automovilístico que ayer cobró (como si acaso existieran transacciones con la muerte) la vida de un piloto argentino en su país. Jorge Martínez Boero, motociclista competidor, murió en el helicóptero, rumbo al hospital, de un paro cardíaco a cinco minutos del accidente. El Clarín lo cuenta aquí.
El siguiente poema surge del comentario de Ángel Sampietro, lector del diario y seguidor del conductor finado, que escribe lo que dice el primer verso, y que, agradecimiento de por medio, he tenido a bien plagiar (con el sonrojo que merecen las disculpas a falta de propias palabras).
Hay tipos que no mueren.
Se vuelven invisibles.
Y no les hacen falta cajones.
Ni cojones. Ni lagartijas.
Para tener que estar.
No necesitan tener.
Abajo el cierre.
Encendida la TV.
Abierto el frigobar.
Para construirse.
Hueso a hueso.
Corazón en mano.
Con deberes y derechos.
(Además
el manual de instrucciones
para construcciones humanas
está a disposición
de cirujanos
y de dioses
solamente)
Otros tipos existen
que se vuelven invisibles
pero no mueren.
Y lo necesitan todo.
Dioses.
Deberes.
Huesos.
Derechos.
Cirujanos.
Corazón.
Y cojones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario