jueves, 26 de enero de 2012

VIAJE AL CENTRO DE LA ESTUPIDEZ

(El negocio del olvido y marketeras actitudes movadefianas).

1. LAS PREGUNTAS, ESA LENTA EXCAVACIÓN HUMANA en búsqueda del entendimiento, es lo que volvió hombre al mono. Fue de aquel inteligente asomo hacia la oscuridad de lo ignorado, que el pulgar se elevó, transformando la pezuña en mano y alcanzando esa invaluable oportunidad de abrir puertas. Desde que el humano pudo girar la manija, la curiosidad abrió puertas tras las cuales la estupidez dormía. Despertó.

2. EL PODER DE UN CUESTIONAMIENTO ACERTADO es infinito. Ha arruinado a muchos y enaltecido a pocos; delatando estupidez en el primer caso, y lucidez en el otro. Las respuestas que los jóvenes partidarios del MOVADEF (Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales) dieron en las entrevistas que los lanzaron a una odiosa fama, fueron tan inútiles como idiotas. Recurrieron al detestable recurso de la defensa ofensiva, pronunciado de paporreta un discurso sin fundamento y con la paciencia de quien hace perder el tiempo ajeno; e intentando alardear de una falsa seguridad con esas sonrisas que nacen del endurecimiento abdominal y provocan un intenso dolor muscular en la cabeza. Lo único que provocaron, en realidad, fueron deliciosos estrangulamientos imaginarios en quienes los vieron. En quienes no olvidaron.

3. EL QUE NADIE COMULGUE CON SUS IDEAS no hace responsable a ese ramillete de gestos y actitudes que enumeran los libros de telemercado y autoayuda, sino más bien a la estúpida inocencia con la que se han dejado utilizar por violadores y asesinos experimentados, convenciéndose de que su misión es lograr una democracia que camine con rectitud y justicia, siendo sus instructores de base quienes la dejaron coja a punta de anfo. Y ahora, con la desvergüenza que concede la más absoluta ignorancia, quieren vendernos una pierna postiza para el muñón que ellos mismos dejaron. Con el respeto que se merecen, una extensa masa de jóvenes les invitan a irse al carajo.

4. SIN EMBARGO, ESTOS MUCHACHOS NO SON LOS CULPABLES. La culpabilidad viene de la cucufatería política. Los que auspician el olvido porque viven de él. Aquellos que han engordado beneficiados por el olvido y planean su regreso. Aquellos a quienes gracias al olvido, al ocultamiento y la absurda negación de lo evidente, ha heredado a su prole la desfachatez de continuar en contiendas políticas, con cancha y concha, a pesar de la inexperiencia y la tan generosa estupidez que los mueve como máquina en búsquedas del poder. La culpa la tienen los partidos políticos, que permiten que congresistas vuelvan una y otra vez al Congreso, seguidos por ese olor a corrupción y a pezuña de medias negras de ternos Él, escudados en agrupaciones especializadas en borrar la memoria. La culpa es de los civiles que vivimos y nos enteramos de todo lo que pasó, y aplicamos la máxima peruana del “A mi qué chucha”. Y nos erizamos.

5. A LOS MUCHACHITOS QUE NO LES TOCÓ ENTERARSE DE NADA, esto fue lo que pasó. (Ver video).

- VILMA HUATUCO, SOBRE SU ESPOSO: “Han matado a mi esposo en el puente. Tengo una foto donde aparece todito, como un perro que lo hubieran degollado ahí. Le han sacado la cabeza, la han puesto en el puente y yo encontré toda la sangre chorreada hacia abajo”.

- DELIA VENTO, SOBRE SU PAPÁ, representante de su pueblo para adquirir una antena parabólica: “Amarraron a mi papá. Nos llevaron al parque, incluso a mi mamá también. Entonces nos preguntaron: ‘¿Cómo quieren que los aniquilemos, con arma de fuego o con arma blanca?’. Y en eso yo vi que una chica tenía un cuchillo bien grande y comencé a gritar, me desesperaba en ese rato, y le decía a mi mamá: ‘Mamá, lo van a matar, lo van a matar’. Yo ya no podía más”.

- Rebeca Ricardo, de la comunidad Ashaninka: “Mataron más que nada a los niños. Los metieron en costales y los tiraron al río”.

- MARIA CECILIA MALPARTIDA, SOBRE SU ESPOSO: “Le apretaron la soga, le hicieron agachar la cabeza y le metieron una puñalada. me llamaba, me decía: ‘Negrita, bebita, ¿estás ahí?’ Sí, le decía yo, estoy aquí, no te voy a dejar. De repente me sueltan y me llevan ante mi esposo… me desatan la mano y el (terrorista) que lo había apuñalado, de apelativo Bagua, me dice ‘¡Pícale!’, y me hace agarrar el puñal. ¡Pícale, pícale!, me decía. Y yo no quería picarle, cómo iba a querer picarle, si era el hombre que amaba, mi esposo, el padre de mis hijos”.

- Víctima, sobre la masacre en Lucanamarca: “No hubo disparos porque ellos siempre decían: ‘Nosotros no podemos malgastar nuestras balas en campesinos miserables’”.

lunes, 16 de enero de 2012

EL NANAMÓVIL

(Pérez Concha, la nueva línea de transporte chola llega a Chile)

Fue el marketing quien eligió al verano como la estación más alegre del año. Allá aquellos para quienes la vida es un comercial de Hawaian Tropic. Los que creen sin cuestionamientos son libres por elección a dejar en paz a sus neuronas y vivir la vida antes de que la vida los viva. En los veranos Coca Cola no existen la erisipela, las escaldaduras ni las malaguas. Y sin embargo, en la vida real están ahí de la misma forma en que están los obreros, los jardineros y las nanas. Es mentira que el sol vuelva al mundo perfecto, solo lo ilumina mejor. Y así la estupidez se distingue desde más lejos.

Esta vez el dedo discriminatorio señaló desde el país hermano del sur, Chile. La vocera, Inés Pérez Concha, haciéndole honores a su segundo apellido marino, retrató el moderno sistema de movilización que los propietarios del condominio que habita le ofrecen a sus empleados: “Acá la única indicación que tiene mi nana, es que al ingresar al condominio debe hacerlo en una furgoneta”. Culminando su intervención con un cuestionamiento que bien podría convocar a un debate internacional calando a orillas del kilómetro 97.5, y en algún restaurante del Boulevard de Asia: “¿Te imaginas a todas las nanas y a todos los obreros caminando por la calle, con tus hijos ahí, en bicicleta?”.

Entonces se convocarían a químicos y físicos para probar si es verdadero o falso que los cholos, los negros o quienes tengan una posición social distinta a la suya, ensucian el piso cuando caminan sin zapatos. Hallándose entre los asistentes a un detractor, quien lavándose las manos con jabón Neko, argumentará en contra de la discriminación:

-Broder, yo no soy racista. A mí me gusta Beyoncé, ¿manyas?

viernes, 13 de enero de 2012

NOS HABÍAMOS ODIADO TANTO

(La reconciliación alimentaria y el tardío rescate de los sabores)

1. La espesura del odio es consistente porque está hecha de amor. Gracias a esa mazamorra de sentimientos extremos es que las partidas lacrimógenas, y en consecuencia, los encuentros orgásmicos, existen. Sucede con las relaciones. Pero también con los alimentos. Ay de aquel que no perdone en la adultez al alimento que causó las angustias de su infancia. Hasta las menestras más insolentes saben disculpar lenguas malcriadas y paladares desagradecidos.

2. Obligar al niño a no parase de la mesa hasta acabar con el menjunje, es obligarlo a un primer enfrentamiento con la gastronomía. En la vida los enemigos se hacen, no nacen. Y en la mesa la dinámica no es distinta. Detrás de esa lucha berrinchosa desplegada con majestuoso buffet de pucheros, existe una trompeadera interna entre el comensal y la receta de turno, que continuará hasta después de gestionado el DNI, y, en varios casos, hasta emitida la partida de defunción. Siempre perderá quien empuñe las armas. El tenedor y el cuchillo nunca servirán de nada.

3. Quien se reconcilia con los alimentos, crece. El placer dento-lingual de redescubrir nuevos sabores y texturas es estar delante de otros que no han sabido resolver sus conflictos. Y sin embargo, a estos últimos, no se les merece atribuir culpa alguna. La culpa fue de las cocineras y de las exigencias paternas, de quienes se heredaron guerras que no se querían pelear. Ambos inocentemente ignorantes de aquella premisa culinaria que entiende que el peor ingrediente de la sopa son las lágrimas de un niño inapetente.

4. Resuelto el disgusto, renacerá el amor. Ahí el abrazo aguantado por años a un plato de lentejas. Los besos retenidos como reos contumaces a un diente de ajo. El sexo a primera vista con una lengua de vaca tostada a la parrilla. La cariñosa masacre a chunchulíes barranquinos, perdonándonos todo con su traviesa textura, entregándose con similar reacción perruna, que habiéndose extraviado por años, logra reconocernos para recibirnos con movimientos de cola. Es quizá por eso que existe, en surquillana calle de Lima, un restaurante que lleva por título algo que podría resumir estos episodios: Todos vuelven.

5. Tres breves moralejas:

a) Si la palabra eructo viene con sonido y la palabra pedo con olor, la churreta será la constreñida suma de ambas: consecuencia psicosomática del alimento no deseado.

b) La ciencia absurda ha descifrado que el odio no solo conduce al mal humor, sino también al estreñimiento.

c) El maestro colombiano, Gabriel García Márquez, lo ha condensado todo en una frase sabia: Existen dos tipos de personas en el mundo: los que cagan bien y los que no. Así que perdone. Y pare de sufrir.

viernes, 6 de enero de 2012

CARTA AL (SOBRINO) LECTOR





Para Francesco.

1. TRAS EL HUMO DE ALGÚN PUCHO se dibuja el panorama de un viejo ritual revistero: el cierre. Sé que no estás familiarizado con la experiencia, pero se trata de una de las más extrañas reuniones entre un puñado de seres disfuncionales que, corriendo delante del tren del tiempo, intentan salvar la vida de una publicación con soluciones ingeniosas o impensables, y generalmente bajo la sábana más oscura de la madrugada. Que después de la oscuridad más negra llega la luz, es verdad. Pero en estos casos nunca se sabe si se trata de un leve reflejo esperanzador al final del túnel o de la potente luz de un tren arremetedor. Ahí la adicción a esta aventura. Basta consumirla tan solo una sola vez, para detestarla y extrañarla para siempre. 

2. CON VISIÓN GASTRONÓMICA, se trata de una sopa de abandonos. No existen feriados, ni familia. Ni amigos, ni novias. Ni proyectos personales, ni cumpleaños de sobrinos. Incluso se sortean sendas tazas de café por almuerzos espartanos. Optando por el pragmatismo de alimentos postizos aunque honestos y dignos de bodegas de chino. Cuando se es periodista de revista a edad temprana, se encuentra, aunque con obligación, la pasajera satisfacción en el continuo consumo de triples con palta ennegrecida, áridos croissant del día anterior  y cafés cargados. Se aprende de la gastritis antes que de la vida. Pero algo es algo.

3. ENCIERRA ESTA IDEA EN UN CÍRCULO, y nunca la olvides, por si te animas a ser periodista: los que cerramos revistas tenemos más deberes que derechos. No nos quejamos. Porque si es que algo aprendimos del oficio, es porque tuvimos algún viejo periodista que fue nuestro maestro, quien siempre habrá pasado por algo peor del momento en el que te encuentras. Y de alguna extraña manera, siempre querremos ser como él. Yo tuve a un maestro periodista, poeta y flaco, con cara de camello y torpe con las cosas. Y por ahí voy. Aunque más por lo último que por lo primero.

4. POÉTICAMENTE, SOMOS VAGABUNDOS NOCTURNOS sin mayores aficiones que la de encantar a clientes desconocidos: allá donde mandamos la flecha, es a los ojos de un lector anónimo que debe preferir nuestra revista antes que las otras. Ellos, por quienes vivimos, no tienen porque saber de todo lo anterior mientras que, página por página, o aborrecen o se entretienen con el contenido que nosotros, como editores, hemos elegido. Es por eso que me pagan. 


5. NINGUNA CIFRA CUBRE MI AUSENCIA este día: tu cumpleaños. Mientras yo, entre correcciones, correos y estúpidas elecciones de fotos, me doy un tiempo para explicarte el porqué no podré darte el abrazo al que nos hemos acostumbrado en estos tan solo doce años que nos conocemos. Nos desquitaremos con un almuerzo, ensuciando con la destreza aprendida en nuestra familia, algún mantel de chifa de honrada reputación. Y con una de esas fantásticas conversaciones que solo existen entre los niños y los adultos que todavía queremos serlo.

De modo que, por ahora, solo puedo mandarte un abrazo. Y de paso, el diseñador con quien ahora cierro una revista de turismo (y quien aparece en este video), te manda uno también.


Tu tío.


lunes, 2 de enero de 2012

LOS HOMBRES INVISIBLES

(La ausencia presenta...)

Apareció la muerte en el primer tramo del Rally Dakar, duro circuito automovilístico que ayer cobró (como si acaso existieran transacciones con la muerte) la vida de un piloto argentino en su país. Jorge Martínez Boero, motociclista competidor, murió en el helicóptero, rumbo al hospital, de un paro cardíaco a cinco minutos del accidente. El Clarín lo cuenta aquí.

El siguiente poema surge del comentario de Ángel Sampietro, lector del diario y seguidor del conductor finado, que escribe lo que dice el primer verso, y que, agradecimiento de por medio, he tenido a bien plagiar (con el sonrojo que merecen las disculpas a falta de propias palabras).

Hay tipos que no mueren.

Se vuelven invisibles.

Y no les hacen falta cajones.

Ni cojones. Ni lagartijas.

Para tener que estar.

No necesitan tener.

Abajo el cierre.

Encendida la TV.

Abierto el frigobar.

Para construirse.

Hueso a hueso.

Corazón en mano.

Con deberes y derechos.

(Además

el manual de instrucciones

para construcciones humanas

está a disposición

de cirujanos

y de dioses

solamente)

Otros tipos existen

que se vuelven invisibles

pero no mueren.

Y lo necesitan todo.

Dioses.

Deberes.

Huesos.

Derechos.

Cirujanos.

Corazón.

Y cojones.