lunes, 16 de enero de 2012

EL NANAMÓVIL

(Pérez Concha, la nueva línea de transporte chola llega a Chile)

Fue el marketing quien eligió al verano como la estación más alegre del año. Allá aquellos para quienes la vida es un comercial de Hawaian Tropic. Los que creen sin cuestionamientos son libres por elección a dejar en paz a sus neuronas y vivir la vida antes de que la vida los viva. En los veranos Coca Cola no existen la erisipela, las escaldaduras ni las malaguas. Y sin embargo, en la vida real están ahí de la misma forma en que están los obreros, los jardineros y las nanas. Es mentira que el sol vuelva al mundo perfecto, solo lo ilumina mejor. Y así la estupidez se distingue desde más lejos.

Esta vez el dedo discriminatorio señaló desde el país hermano del sur, Chile. La vocera, Inés Pérez Concha, haciéndole honores a su segundo apellido marino, retrató el moderno sistema de movilización que los propietarios del condominio que habita le ofrecen a sus empleados: “Acá la única indicación que tiene mi nana, es que al ingresar al condominio debe hacerlo en una furgoneta”. Culminando su intervención con un cuestionamiento que bien podría convocar a un debate internacional calando a orillas del kilómetro 97.5, y en algún restaurante del Boulevard de Asia: “¿Te imaginas a todas las nanas y a todos los obreros caminando por la calle, con tus hijos ahí, en bicicleta?”.

Entonces se convocarían a químicos y físicos para probar si es verdadero o falso que los cholos, los negros o quienes tengan una posición social distinta a la suya, ensucian el piso cuando caminan sin zapatos. Hallándose entre los asistentes a un detractor, quien lavándose las manos con jabón Neko, argumentará en contra de la discriminación:

-Broder, yo no soy racista. A mí me gusta Beyoncé, ¿manyas?

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